miércoles, 22 de septiembre de 2010

"Los Clásicos de Grecia y Roma" - Editorial Gredos (I): "Ilíada" de Homero.

Pocas obras literarias tienen una sombra tan grande como la Ilíada. Y eso que el momento de su concepción hay que buscarlo en la oscuriadad de los siglos X-VIII a.C. por la zona de Jonia, actual Turquía. Si hacemos caso a todos los diversos rumores respecto al nacimiento de su genio creador, haríamos un recorrido turístico virtual desde la actual Izmir hasta la isla de Quíos.
Y eso si el célebre poeta, al que la tradición le aduce una ceguera casi mística, existió realmente o si, como dicen algunos, realmente serían varios "Homeros".

El origen de semejante obra tuvo lugar en una época en la que la escritura fenicia aún no se había adaptado a la lengua griega, en la que la tradición oral imperaba sobre los, por tanto, aún inexistentes relatos escritos, lo que le otorga a Homero un aurea fantástica que lo convierte en el referente literario de todo el mundo intelectual griego y romano.
Y la sombra de esta obra llega a nuestros días con tal fuerza que su contexto narrativo, la guerra de Troya, es, probablemente, junto con los trabajos de Hércules, uno de los mitos griegos más conocidos por todos.
Debemos ser sinceros y reconocer que tal proyección se ha de agradecer a obras cinematográficas relativamente actuales que con éxito dispar se han hecho eco que todo el mito, algunas, como la Troya de Wolfgang Petersen, que maltratan a Homero, alterando muchos de los elementos que hacen del mito el punto clave para la comprensión de eso que se ha venido a llamar "héroe homérico".
Y es que la Ilíada no concentra su atención, en contra de lo que desde la lejanía se puede llegar a pensar, en el conjunto de la Guerra de Troya, sino en la desmedida cólera de su personaje principal, el invencible y divino Aquiles, acacecida en el último año del conflicto. Desde su origen hasta su aplacamiento se intercalan multitud de relatos, algunos pasados y otros futuros, y de personajes que dan a Homero esa genialidad narrativa e, incluso, descriptiva, que se superará aún más con la Odisea.
Son muchos los aspectos que definen la obra, inabordables en su conjunto desde aquí, pero muy nítidamente explicados en la introducción que Emilio Crespo ha realizado para Gredos: desde su proyección histórica como clásico literario hasta la peculiaridad de unos personajes tremendamente seductores, ya los que participan de la guerra de forma activa, como los que la presencian desde los muros de la ciudad o desde el campamento griego.
Es una obra, sin duda, imprescindible pero compleja, algo que esta edición solventa con notas a pie de página escuetas pero extremadamente útiles que ayudarán al lector a desentrañar las interioridades del mundo homérico, y no, como dice el autor de esta edición, para explicar la traducción.
Respecto al texto homérico diremos que no es fácil abordar su proceso de traslación a la lengua castellana. La variedad de dialectos griegos que en él se condensa, su tradición oral y, por tanto, su origen en verso hexamétrico dificultan enormemente la traducción, lo que obliga a mantener una postura clara y definida a la hora de iniciar la tarea, más aún si el público no es especialista. Con todo, propios y ajenos, especialistas y aficionados, encontarán en esta edición de Gredos, con Emilio Crespo, una muy buena manera de internarse en los arcanos de un mundo antiguo que ya era tal para los propios intelectuales griegos de la época clásica.